La historia de Champagne se remonta al siglo XIV cuando los monjes producían vinos para las ceremonias religiosas. Se discute si el champagne se creó intencionadamente o si esas burbujas doradas llegaron por accidente.
En cualquier caso, las primeras burbujas fueron el resultado de la reactivación de la levadura cuando, tras el embotellado y el almacenamiento en otoño, la primavera trajo el calor que provocó una segunda fermentación en la botella cerrada, donde las burbujas quedaron atrapadas. ¡Y voilá! Ahí nación el "Méthode Champenoise".
El arte de Champagne no tardó en ponerse de moda debido a las coronaciones de la realeza francesa y otras celebraciones en Reims, la capital regional de Champagne. Los influyentes invitados corrieron rápido la voz al resto de Europa sobre las majestuosas burbujas francesas.
Hoy en día, el champagne sigue estando vinculado a las celebraciones, y por una buena razón. ¡Cualquier celebración que se preste merece grandes burbujas!
La elaboración del Champagne
Champagne disfruta de un terroir único, con influencias oceánicas que provocan inviernos suaves y veranos frescos, pero soleados. Las laderas proporcionan el calor suficiente para la maduración de la uva y los suelos de caliza aportan un buen drenaje y a la vez la capacidad de retener agua durante el periodo de crecimiento. La vinificación parte de una excelente materia prima de partida.
El arte de hacer Champagne comienza con la elaboración de un vino "normal", llamado “vino base”, mediante la fermentación -por lo general- en depósitos de acero inoxidable.
A diferencia de la “vinificación normal”, este vino nuevo del año en curso se mezcla con vinos de reserva de añadas anteriores criados en roble, lo que aporta equilibrio y complejidad, y permite mantener el estilo de la casa entre añadas variables. Así, el vino resultante se convierte en una mezcla de añadas, de ahí que la mayoría de los espumosos de Champagne se denominen "Non Vintage" o "NV". Si el vino es de una única añada excepcional, tendríamos el denominado Champagne Vintage.
Tirage
A esta mezcla de vinos se le añade el licor de "Tirage" (pronunciado Ti-ra-sh), una solución de vino, azúcar y levadura. Aquí es cuando comienza el método tradicional de elaboración de Champagne. La botella se sella con un tapón provisional.
El azúcar añadido en el licor de Tirage no influye en si el champagne final sea más seco o más dulce, sino que se añade para provocar una segunda fermentación, que es la que produce el CO2 (burbujas) en el interior de la botella. Por lo general, 20-25 gramos de azúcar producirán alrededor de 6 bares de presión en la botella, que es más o menos lo que el elaborador busca.
Luego viene una crianza en botella de un mínimo de 12 meses, a menudo más. 18-36 meses es lo habitual en la elaboración de un Champagne de calidad. Una temperatura constante es fundamental en esta parte del proceso. Las famosas cavas de Champagne son ideales, ya que mantienen una temperatura de 12 a 13 grados durante todo el año, de manera natural.
La Remuage
Una operación fundamental es la "Remuage" (pronunciado Re-my-a-sh). Se trata de ir girando la botella muy poco a poco durante la crianza, tanto sobre su eje como en la vertical (hasta que queda boca abajo), para que las levaduras muertas y los residuos se vayan depositando en el cuello y puedan ser retiradas en el paso siguiente.
Dégorgement y dosage
El Dégorgement (de-gor-sje-ment) es el siguiente paso. Se trata de congelar el cuello de la botella con hielo seco y después retirar rápidamente el tapón provisional junto con el residuo congelado.
El paso final es el Dosage (do-sa-sh), en el que se rellenan las botellas con el licor de expedición (o “dosage”), para compensar las pérdidas en el paso anterior (dégorgement) y dar al espumoso final el nivel de azúcar deseado: desde el estilo Brut (muy seco) al Doux (muy dulce), pasando por las opciones intermedias del Sec y el Demi-sec. El estilo más seco sería el Brut Nature o Dosage Zéro, sin azúcar añadido y con un máximo de 3 gramos de azúcar por litro.
A continuación, se cierran las botellas con el tapón definitivo y se dejan reposar unos meses antes de lanzarlas al mercado para su disfrute.
Brut Réserve, Blanc-de-Blancs, Blanc-de-Noirs y Rosé
Aparte del dosage o nivel de azúcar comentado, de cara al estilo es fundamental la importancia de las variedades de uva utilizadas, y sus proporciones. Las tres variedades clásicas de Champagne son la blanca Chardonnay y las tintas Pinot Noir y Pinot Meunier.
El champagne que no especifica nada en la etiqueta es una mezcla de uvas tintas y blancas. El Blanc-de-Blancs se elabora únicamente a partir de uva blanca (Chardonnay), un Blanc-de-Noirs sólo a partir de uvas tintas (Pinot Noir y/o Pinot Meunier). El rosado (Rosé) se elabora generalmente mezclando una pequeña proporción de vino tinto (entre 5-20%) con vino blanco, o bien por “sangrado” (saignée) tras una corta maceración del mosto de uvas tintas con sus pieles.
Preguntas frecuentes:
¿Qué tienen de especial los vinos de Champagne?
La zona y el terroir de Champagne son únicos. Son los espumosos más conocidos y aclamados a nivel mundial.
¿Cuáles son las variedades de uva típicas de Champagne?
Pinot Noir, Chardonnay y Pinot Meunier. El resto de uvas supone menos de un 1% del viñedo.
¿Qué tipo de comida va bien con los vinos de Champagne?
Aperitivos y platos grasos, fritos y salados. Quesos, productos del mar y postres.